8/12/16

Los paneles solares fuera de red están acabando con las noches oscuras de África



Los paneles solares fuera de red están acabando con las noches oscuras de África

Estos sistemas de generación individual se postulan como la mejor opción para las viviendas aisladas y sujetas a cortes de la red. Aunque su rendimiento es bajo, los inversores están entusiasmados


technologyreview.es

Para la mayoría de los residentes de África subsahariana, la puesta del Sol les sumerge en un mundo de oscuridad. Pero recientemente los habitantes de zonas sin electricidad están aprovechándose de una alternativa a las tradicionales conexiones eléctricas que podría ayudar a resolver el problema energético de África. Se trata de los sistemas solares domésticos fuera de red, que electrifican las casas con un panel colocado sobre el tejado y conectado a una batería.

Aunque la tecnología no es nueva, cada vez es más popular en la región, gracias a un marcado descenso en el coste de los paneles fotovoltáicos y la creciente eficiencia de las luces LED y los electrodomésticos. Más de una docena de empresas que ofrecen estos sistemas bajo un modelo de pago por uso operan ahora en África.

Los defensores sostienen que la energía solar residencial de pago por uso tiene importantes ventajas frente a otras opciones. Estos sistemas pueden ser desplegados inmediatamente y no llenan las habitaciones de humo como las lámparas de queroseno (tales lámparas aún se usan mucho en dos terceras partes de los domicilios subsaharianos sin electricidad). También son inmunes a los cortes de electricidad que a menudo plagan a los que disponen de una conexión a la red eléctrica.

Además, son económicos. En Kenia, la compañía energética nacional cobra unos 140 euros a los clientes por una nueva conexión, y el coste de las facturas mensuales es hasta 10 veces mayor. Por el contrario, los sistemas fuera de la red proporcionan electricidad sin cuota mensual una vez que se haya saldado la inversión inicial.

El operador solar fuera de red más grande de la región, M-Kopa, ha vendido más de 400.000 sistemas en Kenia, Tanzania y Uganda desde su lanzamiento en 2011. Según su CEO, Jesse Moore, esta cifra podría alcanzar los cuatro millones durante los próximos cinco años.

El sistema básico de M-Kopa, que incluye un panel solar de ocho vatios, una batería de iones de litio de seis voltios, dos bombillas LED, una estación de carga para teléfono móvil, una linterna y una radio, cuesta unos 200 euros a pagar durante el transcurso de un año, sólo 60 euros más de lo que paga el típico hogar en queroseno, baterías, la carga de móviles y velas.

Hoy, los mercados más activos se encuentran al este de África, donde la penetración del dinero móvil es más alta y los pagos móviles han ayudado a impulsar un rápido crecimiento. El consultor del Banco Mundial Ian Muir, especializado en sistemas de energía fuera de red en la región, dice que la adopción se acelerará en varios mercados africanos a medida que el ecosistema de pagos móviles se amplíe y los gobiernos se den cuenta de que estos sistemas pueden impulsar rápidamente la electrificación rural y a un coste relativamente bajo. Los nacientes mercados de especial interés incluyen Nigeria y Etiopía, los dos países más poblados de África.

En la región del Valle del Rift de Kenia, Tegla Keter acaba de convertirse en cliente de M-Kopa. Durante los seis años que han transcurrido desde que construyó su acogedora casa de dos habitaciones, la secretaria de instituto de 38 años de edad ha estado esperando una conexión a la red energética nacional. Pero su casa, que se encuentra en un camino de tierra y rodeada por campos de maíz, está demasiado lejos del transformador más próximo, y el Gobierno ha desatendido durante mucho tiempo la construcción de otro transformador en una zona tan escasamente poblada.

Por la salud de sus hijos, hace mucho que dejó de utilizar lámparas de queroseno. Durante un  tiempo sus hijos, de 12 y 9 años de edad, utilizaban una lámpara solar para estudiar por las noches, pero su luz era bastante escasa y se iba atenuando cada vez más durante su uso.

Bajo el consejo de un vecino, Keter cogió un autobús hasta Eldoret, la ciudad más próxima, donde M-Kopa vende sus sistemas solares domésticos desde el aparcamiento de una gasolinera. En la tienda de la empresa, construida a partir de un contenedor de envíos, un comercial le vendió el M-Kopa 400, el paquete más grande de 20 vatios, que incluye una televisión de pantalla plana. Al coste inicial de unos 75 euros, le seguirían pagos durante un año, efectuados mediante móvil, de 1,2 euros diarios.

A pesar de unos años de fuerte crecimiento económico, el número de africanos en la situación de Keter sigue aumentando mientras el crecimiento de la población supera el ritmo de nuevas conexiones. A excepción de Sudáfrica, la suma de la capacidad de generación de los 48 países subsaharianos es de menos de 40 gigavatios, una cifra similar a la de Polonia.

Parece una gran oportunidad para la industria solar fuera de red, que a pesar de su crecimiento aún no ha alcanzado la masa crítica de hogares con la que generará beneficios.

En la industria hay varios competidores, incluidos los sorteos caritativos de productos similares. En agosto, la empresa canadiense Sky Power, un principal inversor del sector solar conectado a la red de Kenia, donó el primero de lo que afirma que serán dos millones de sistemas solares residenciales a kenianos "de la parte inferior de la cadena energética".

El Gobierno keniano también está priorizando la expansión de la red a pesar del coste, y tiene intención de conectar al 70% de los ciudadanos para finales de 2017 con el apoyo del Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Africano y otros donantes. El proyecto está dirigido a 472.000 hogares fuera de red pero dentro del alcance de transformadores existentes. Las zonas más remotas podrían incorporar minirredes como las versiones solares que la empresa estadounidense Powerhive, la primera energética privada autorizada para comercializar electricidad en Kenia ha anunciado planes de empezar a construir en 100 aldeas kenianas en colaboración con Enel Green Power de Italia.

Las limitaciones tecnológicas también son un problema. Aunque los sistemas fuera de red se han vuelto cada vez más potentes, su rendimiento aún resulta demasiado limitado para electrodomésticos como neveras, planchas y ventiladores, cosas que muchos africanos rurales ansían tener. Moore de M-Kopa dice que el desarrollo de nuevos electrodomésticos compatibles con estos sistemas forman parte de los planes de la empresa: las neveras, afirma, son "el próximo producto rompedor" de la industria, seguido por ventiladores y tal vez hasta unidades de aire acondicionado.

A pesar de los retos, los inversores se muestran entusiastas respecto a los actores solares africanos de fuera de red, y las financiaciones están llegando tanto de inversores de capital riesgo como de fondos atraídos por el impacto social y medioambiental del sector, y también de algunas subvenciones y préstamos concedidos por fundaciones caritativas y fondos de desarrollo internacionales. Generation Investment Management, la empresa de Londres (Reino Unido) fundada por el antiguo vicepresidente estadounidense Al Gore, por ejemplo, dirigió una ronda de equidad para M-Kopa de casi 18 millones de euros en diciembre del año pasado.

Para sostenerse sin ayudas externas, la industria primero tendrá que convencer a los bancos locales para que estén más dispuestos a presar dinero para escalar sus negocios, según Muir del Banco Mundial. Hasta ahora, este grupo ha enfrentado el sector con precaución, en parte porque el modelo de pago por uso conlleva préstamos para clientes que suelen ofrecer pocas garantías.

Pero para personas como Keter, contenta con sus luces nuevas, la inversión desde luego merece la pena. Las bombillas LED de su sistema han resuelto su preocupación más urgente: que sus hijos puedan hacer sus deberes. Aunque ha introducido un reto nuevo a su hogar, uno bien conocido en el mundo más conectado: limitar el tiempo que los niños pasan delante de la tele.

Jonathan W. Rosen es un periodista especializado en África. Es un periodista becado de la Fundación Alicia Patterson de 2016.

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